Unicornios

Hace un tiempo soñé con unicornios pálidos y enfermizos emergiendo de un pozo pintado.

Unicornios tristes y huesudos,  cubiertos de humedad y musgo: La expresión de sus ojos enrojecidos era de una resignación absoluta, como si les pesase en el alma el saber que jamás podrían estar a la altura del majestuoso arquetipo que representaban, siendo más bien una patética parodia de cómo es que los unicornios “debían” lucir dentro de nuestros sueños e imaginación.

Ellos eran otro símbolo venido a menos en esta época sin símbolos. Eran parte de un cuento viejo que ya nadie se creía, muriendo (O desvaneciéndose, si se prefiere el uso de una terminología menos  melodramática)  anónimamente entre las sombras menos espontáneas de la mente humana.

Yo mismo, que fui el testigo de su desaparición, he empezado a olvidarme como eran.  Por eso tuve que escribir estas líneas, como un forzoso acto de expiación.